¿Qué quieres?
¿Qué quieres?
¿Qué quieres que haga?
¿Hablarte?
¿Sobre qué?
¿No he llegado al fondo?
Ya me tienes en un pozo.
Me has atado al cuello la cuerda de la costumbre.
Soy un elefante que no lucha contra ella aun cuando ya no existe.
¿Cómo se puede sobrevivir a ti?
Eres una ceguera de vida
e incluso tu felicidad destella tanto que ciega.
Te arañaría las entrañas,
pero el mismo impulso que me lleva a ello me hace quererte aún más,
abrazarte.
Pero tú no quieres nada de eso.
No quieres nada de lo que te puedo ofrecer,
y yo no sé qué ofrecerte.
No sé ayudarte.
Me rechazas a la vez que me retienes.
Y no me ayudas.
Y lo más estúpido de todo es saber que te quiero.
Y que de hace 6 días haber tomado la decisión de aislarte de mi vida,
con sólo palabras tuyas,
me haya entrado el impulso de decirte que nos veamos en esa ciudad.
Quiero abofetearte.
Si pudiera descargar mi furia en ti físicamente me sentiría mejor.
O no.
Pero el impulso llega con lo meditado de decírtelo,
para que te asustes
y te alejes tú.
Creas en mi vida un caos tan incontrolable...
¿Por qué me quieres?
¿Me quieres a mí o a tu necesidad de mí?
Yo te quiero sin más.
Estas semanas sin ti he estado bien.
No ha habido nostalgia ni enfado ni tristeza.
Casi ni te eché de menos,
y casi he logrado no hablar contigo en mi mente.
¿Cómo se sobrevive a ti?
¿Qué hago?
¿Qué quieres?
Respuesta:
"Te quiero."