jueves, 15 de noviembre de 2007

Llegó el silencio

Llegó el silencio. Mis labios no hablaron en ese momento en que todo lo perdí. Y él se fue, dejando sus pasos taladrados en mi piel.
Escuché una lágrima correr para desaparecer. Yo lo habría hecho, pero tenía cadenas a mis pies.
Lo juro, no fui yo quien no habló, sino el silencio el que gritó. Pero él, asustado por su voz, decidió marchar. Y quién no… lo entendí después, mi vida no era suficiente para él.
¿Y qué pasó después? Eso no lo sé. Quizás el mundo se lo tragó, el tiempo lo mató o mis ojos se cansaron de querer encontrarlo. Y luego lo supe bien, fue el silencio quien se lo llevó, egoísta me lo arrebató por gritar en ese momento en el que mi voz habló. Y preguntarás si siempre acusaré a los demás de mis fracasos, pero es que esta vez yo sí que hablé, pero sus ojos no me quisieron ver…

1 comentario:

Juanan dijo...

El silencio es un interlocutor extraño. Hay veces que dice todo lo que nunca se podría decir con palabras. otras veces... pasa como aquí.