viernes, 2 de mayo de 2014

La habitación empezó a ceder. 
El temblor me electrizó.
Las yemas de mis dedos no sentían anymore.
Mis ojos perdieron órbita.
Se inundaron.
Y la habitación con ellos.
Pies fríos.
El agua seguía subiendo.
El espacio ya pequeño se aprisionó sobre sí mismo.
Sentía su latir pero no a mi corazón.
Última bocanada a ras del techo.
Torbellino de silencio.
Segundos.
Minutos.
Negro. 

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